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La miel como tratamiento de ulceras de presión



La miel como tratamiento de ulceras de presión


Muchas son las propiedades beneficiosas que han sido descritas para la miel de abeja. Su utilización como tratamiento tópico en caso de lesiones cutáneas probablemente sea el gran compendio de estas. Ya en el siglo I, Dioscórides recogió en su tratado “De materia medica” que la miel “era buena para todas las ulceras podridas, quemaduras por el sol, inflamación de garganta y tos”.

            Dentro de las heridas de la piel quizás sean las ulceras de presión las que presentan una mayor dificultad de cura. Estas ulceras aparecen en personas de movilidad reducida que pasan un gran numero de horas postradas, y se deben a la maceración, el roce y posterior infección en los lugares que soportan su peso.

            No existen grandes estudios científicos que avalen el uso curativo de la miel en dichas heridas (quizá no interese a las farmacéuticas), sin embargo si existen numerosos textos realizados por profesionales de la salud que describen su eficacia  en estos casos.  La miel suele aplicarse sobre el lecho de las ulceras con una jeringuilla (sin aguja) tras haberlas limpiado, eliminado el tejido muerto, secado  de la zona y aplicado Povidona yodada en la periferia de la lesión. Finalmente la ulcera se cubre con alguna apósito estéril. Estas curas hay que realizarlas cada 24 horas, junto con cambios posturales cada 4 horas, cambios de pañal (si procede), hidratación de la piel sana y una nutrición adecuada.
     
Dentro de las propiedades destacables de la miel para el tratamiento de úlceras y heridas están:

· Actividad antibacteriana y antifúngica debidas a biomoléculas propias de la miel.
· Acidificación local de la herida, inhibe del crecimiento de las bacterias.
· Efecto antiinflamatorio, al reducir la infección, lo que conlleva la reducción del olor, edema y exudado de la ulcera.
· La reducción del exudado previene la maceración, dejando la humedad propia de la miel que favorece la eliminación del tejido muerto dentro de las lesiones.
· Disminuye el dolor al bajar la inflamación.
· Aporta nutrientes a nivel local y aumenta el aporte de oxigeno por parte de la hemoglobina, lo que favorece el desarrollo de los procesos celulares de la cicatrización, reduciendo las cicatrices. También estimula a las células inmunes a nivel local.

            La mayoría de estas propiedades dependen de la alta concentración de azucares de la miel, pero sin ninguna duda, la principal, la actividad antibiótica, depende del carácter biológico de la miel. Es por eso que es de vital importancia tratarla como un elemento vivo. A temperaturas elevadas (mayores a 46ºC) se desnaturalizan estos principios activos y pierden totalmente su actividad, por lo que es importantísimo no calentarlas demasiado. Para su uso en ulceras lo ideal sería que alcanzara la temperatura corporal, alrededor de los 37ºC.  Cabe destacar también que las mieles que encontramos en los mercados que han sido pasteurizadas (para evitar su cristalización) o calentadas por cualquier motivo en su proceso de producción carecen de dichas propiedades.

Podéis consultar los textos que han servido como base de este post en:
 



En ellos podréis ampliar información, sobretodo encontrareis el procedimiento pormenorizado a seguir para realizar las curas.

Espero sirva de ayuda a aquellos cuidadores que se enfrentan a diario con conseguir el bienestar de sus pacientes y familiares, os deseo mejoría.


Ismael Gordillo García


Biólogo apicultor

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